Siempre me han gustado los cuentos. Ya de pequeña pasaba las horas muertas con libros, imaginando que les pasaría después a esos personajes y dándole vueltas a la última historia que hubiera leído.
Los años pasaron, pero me han seguido gustando las narraciones fantásticas y el mundo de lo imposible. Jugar a imaginar qué pasara por la mente de aquel que tengo enfrente y su futuro inmediato.
Mi hija me ha recordado el placer de los cuentos. Su increíble demanda de novedades me ha llevado a darle vida a canciones, a adaptar fábulas para que las comprendiera mejor y a modernizar cuentos tradicionales con los que no estaba totalmente de acuerdo. Y así he acabado siendo una pequeña aprendiz de Sherezade.
Me encanta personalizar los cuentos cuando los narro, poniéndoles voz y dándoles vida. Además yo cuando lo hago siempre voy preguntando a mi hija y así veo qué va comprendiendo . Algunos son para niños algo más mayores y yo se los voy explicando de manera más sencilla. No entiende todo aún, pero ya lo hará.
Ojalá os ayuden con el momento de dormir, pero además el pequeño acto de leer un cuento haga crecer vuestra relación con los pequeños.
Porque como todo el mundo me decía en su momento «crecen tan rápido».